martes, 8 de abril de 2008

Recuerdo del Servicio Militar

Ahora, con tantos soldados en las calles, no puedo dejar de recordar una de las porras que más me gustaron y que cantábamos a paso veloz:

"Si soldado quieres ser,
debes debes de tener
mucha garra y mucha fibra
como el mismo Lucifer.

(...) el soldado mexicano
tiene viejas de a montón."

Saludos.

jueves, 3 de abril de 2008

Un trabajo difícil

Me encuentro en la oficina de ventas de la empresa comercializadora para la cual trabajo. Aquí permaneceré hasta las seis de la tarde, a menos que la “dictadura del cliente” disponga otra cosa.
El cliente es quien nos da de comer, y sus hábitos forzan a las empresas a hacer malabares para continuar en el mercado o reducir costos, llegando incluso al recorte de personal sin importar si este último tiene vida, familia, come, bebe, viste.
El cliente es un ser amorfo, heterogéneo e inmutable; y la principal característica de su inmutabilidad es su condición voluble.
El cliente es amable, y atenderlo causa en un servidor una grande satisfacción. Aunque a veces no lo es tanto, y causa indiferencia en quien lo atiende.
El cliente es quisquilloso, y exige un trato y servicio que muchas veces, él mismo no es capaz de dar a los demás.
Otras ocasiones, el cliente se porta intransigente y grosero, y uno tiene que aguantarlo, preguntándose por qué tanto miedo a perder el empleo, tras medir al cliente y saber que se le puede derribar con un solo golpe (y si no, hay muchas otras maneras de hacerle la malora).
El cliente ignora, y uno tiene que ayudarle a saber. Aunque otras veces, el cliente sabe demasiado, y uno debe entonces cuidarse de él, pues con esta falsa ignorancia pretende pasarse de listo haciéndose el tonto.
El cliente realmente ignora, y cuando uno trata de ayudarlo no escucha, o bien, tergiversa lo que se le dice, y se queda igual. Este cliente ya nació así. Lo que Natura no da, yo no lo presto. Y a diferencia del cliente nefasto, a este no se le puede hacer la malora, pues no existe actitud previa que la justifique.
Al cliente se le agradece su preferencia, pero cansa verlo todos los días.
El cliente NO tiene la razón... SE LA DAN aquellos empleados cuyo servilismo va en proporción directa a su nivel jerárquico, y en proporción inversa al respeto de mi dignidad.
Atender gente es un trabajo difícil. Ojalá estuviera mejor pagado.