tag:blogger.com,1999:blog-92067000546095254852024-02-07T19:39:56.208-08:00Burrito de letras¡Bienvenidos al blog literario de la mejor frontera de México!
En este blog encontrarán textos, comentarios, críticas, novedades o bien, simple plática acerca del entorno en que vivimos los ex-talleristas del Museo del INBA en Ciudad Juárez.
Así que tomen su tortilla de harina, caliéntenla y envuelvan con ella todo el rollo de las letras de la frontera.
¡Bon apetite!Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.comBlogger15125tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-70061000467721012422019-06-29T15:34:00.000-07:002019-06-29T15:34:54.380-07:00Ya vine de donde andaba"...Estrellita reluciente / de la nube colorada / si tienes amor pendiente / puedes darle retirada / ya vino el que andaba ausente y este no consiente nada..."<div>
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Volvamos a alimentar este blog, que tuve abandonado durante tanto tiempo.</div>
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Un abrazo a todos ustedes.</div>
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Con afecto, Juan Carlos</div>
Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-81348389272456263832012-11-14T09:42:00.001-08:002012-11-14T09:42:24.930-08:00El VERDADERO FIN del BUEN FIN es darle FIN al FIN DE SEMANA LARGO... ¡Cuánta codicia, Dios mío! ¡Cuánta codicia!Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-13265176324013420542011-05-06T15:06:00.000-07:002011-05-06T16:17:53.517-07:00El rey de su propio universo<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOJffKH5LRI4XnDZM_F9NHt_vq6PdqimCRBHAUdYEssWsJS5CmstRgWucDPl3OSWyY0Vv6RELiUzPPciFUHo2OK5vpuEhVIB5vdfnyscpQuij4v-XhGIeV5grzpq3Q9e9-rwPBgbfa0JQ2/s1600/Hector-Murguia.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5603744924357272226" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 200px; CURSOR: hand; HEIGHT: 112px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOJffKH5LRI4XnDZM_F9NHt_vq6PdqimCRBHAUdYEssWsJS5CmstRgWucDPl3OSWyY0Vv6RELiUzPPciFUHo2OK5vpuEhVIB5vdfnyscpQuij4v-XhGIeV5grzpq3Q9e9-rwPBgbfa0JQ2/s200/Hector-Murguia.jpg" border="0" /></a><br /><br /><div></div>Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-56814943840421312392011-01-07T13:26:00.001-08:002011-01-07T13:28:12.106-08:00¿A quién debe perseguir el Carnal Marcelo?<div align="justify">Primero que nada, deseo externar que estoy en desacuerdo con que se pretenda desaforar y perseguir penalmente a los jueces que dieron la absolución al presunto asesino de Rubí. Considero que lo hicieron apegados a los elementos que tenían para deliberar, de acuerdo a la Ley y sin dejarse influenciar por la opinión pública o por los sentimientos de la parte afectada; pues su trabajo es ese, aplicar la ley de manera imparcial en base a los elementos de cargo o descargo que se les presenten y en estricto apego a la Ley. Si la confesión del presunto asesino fue arrancada con tortura, lógico que no sirve como elemento de prueba. Los jueces no dispararon sobre Marisela Escobedo, ellos no jalaron el gatillo.<br />Luego, en otra instancia, con otros jueces, la condena (en ausencia, lo que la hace completamente inválida) no fue del gusto de la señora Escobedo y, en vez de apelar por los canales adecuados, trató de ganarse a la sentimentaloide opinión pública con el fin de presionar para que a su yerno le dieran la pena que ella quería y no la que marcaba la Ley. Señores, la opinión pública suele moverse por el sentido común, pero con frecuencia se deja influenciar por los sentimientos de simpatía o aversión que celebran o condenan a determinada persona, acto o asunto. Un juez no puede darse ese lujo. Un juez debe ser imparcial y frío, no puede emitir fallos o fijar condenas en base a sus sentimientos o simpatías. Si un juez debe emitir un veredicto, lo hará conforme a la Ley y a la jurisprudencia, aún cuando dicho veredicto vaya en contra de sus sentimientos. Como imagino que fue el caso de estos tres jueces.<br />Señores, el "hubiera" no existe. A quienes afirman que la muerte de la señora Escobedo no "hubiera" sucedido de haber condenado los jueces al presunto asesino de Rubí, les preguntó: ¿y si en vez de absolverlo lo "hubieran" condenado y él a su vez desde la cárcel la "hubiera" mandado asesinar en represalia, qué? ¿También serían culpables los jueces por haberlo condenado?<br />Por último, una aclaración: el que defienda a los jueces no significa que celebre o apruebe el asesinato de la señora; al contrario, lo repruebo del mismo modo que repruebo la muerte de inocentes. Por tanto, envío un mensaje a la autoridad, empezando por el Gobernador: no busquen a quién echarle la culpa... ¡encuentren al culpable! </div>Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-80098052040621977992010-10-23T12:02:00.000-07:002010-10-23T12:25:27.022-07:00Un ejemplo de valentía<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHWIQ0m5-V1LChmF6itqVqr4HSc8MNYgLF-JMMwtaUNezHMLGW4WTAaUeSRRWPEhBM68N8TV7yKupV_523LN9rfHrFz_r7huxS4rscnylEfuElZyqf14rV2hS3vL2KYbcEEcOEHI9hkS0F/s1600/LOC612481CA_1.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 128px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHWIQ0m5-V1LChmF6itqVqr4HSc8MNYgLF-JMMwtaUNezHMLGW4WTAaUeSRRWPEhBM68N8TV7yKupV_523LN9rfHrFz_r7huxS4rscnylEfuElZyqf14rV2hS3vL2KYbcEEcOEHI9hkS0F/s200/LOC612481CA_1.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5531324124598142946" /></a><br />Veo con enorme placer que una mujer de 20 años, estudiante de criminología, y con poca o nula experiencia en seguridad pública, se motiva a ser Directora de Policía en uno de los municipios más peligrosos del estado de Chihuahua. Habrá quién diga que nos debería dar vergüenza que una mujer tan joven y frágil nos dé un ejemplo de valentía al asumir una posición tradicionalmente ocupada por hombres. Pero yo pienso que a los hombres no nos debe dar vergüenza su ejemplo, pues eso sólo causaría inactividad y resentimientos hacia el género femenino. En vez de vergüenza, nos debe dar esperanza e inspiración para que nosostros también hagamos algo por nuestra comunidad, sin importar el tamaño de los retos a los que nos enfrentemos.<br />Se dice que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Sin inflar a Marisol Valles y sin crear expectativas exageradas en torno a ella, pues será la Historia la que determine que tan grande es, considero que es tiempo de que detrás de una gran mujer, repito, sin exagerar, haya no sólo un gran hombre. sino muchos.Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-31528977413393931012010-09-09T16:48:00.000-07:002010-09-09T16:55:18.155-07:00De vuelta a mi blogCaray, tenía buen rato que no entraba a mi blog. ¡Tantas cosas que han pasado! Desde empleadores negreros en FOXCONN, pasando por la historia archirrepetida de la Selección Nacional, los eternos sueños frustrados por nuestra realidad, y la ya cotidiana violencia que escala y desciende tanto en cantidad de víctimas como en intensidad.<br />No obstante, retomo la escritura, pues aunque no tenga la oportunidad de publicar como hice en años anteriores, el simple hecho de escribir, aunque sea para mí solito es, como la canción de Enrique Iglesias, "una experiencia religiosa".<br />SaludosJuan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-36627550135865854942009-04-18T10:07:00.000-07:002009-04-18T10:40:08.922-07:00La frontera de los muertos vivientes<div align="justify"><br />Para cuando los muertos cumplieron diez días de caminar por las calles de Ciudad Juárez, la gente ya había dejado de creer en la teoría de un castigo divino. Quienes alguna vez habían perdido la fe, la recuperaron sólo para volver a perderla, tras notar que la situación de emergencia no cambiaba a pesar de sus plegarias. Sin embargo, nadie atinaba a qué atribuir el fenómeno: si a la contaminación del Río Bravo, a las emanaciones de la planta ASARCO, o a los deshechos de la planta Fluorex, en el sur de la ciudad.<br />Los primeros casos ocurrieron en el Anfiteatro de la Escuela de Medicina. Los cuerpos de hombres en su mayoría, y de algunas mujeres, desnudos, salieron de la morgue y caminaron entre los patios y jardines. Tenían huellas de golpes, cortes de cuchillo y los más, agujeros de bala. Llegaron al estacionamiento y su torpe andar causó abolladuras a los autos. Su habla se reducía a balbuceos que de no ser por el aspecto físico de los zombis, causarían más risa que espanto entre quienes los oyeran.<br />Nadie creyó al principio que el fenómeno pudiera ser motivo de alarma. Para todos los estudiantes del Instituto de Ciencias Biomédicas, el caso era más una rareza científica que un problema de seguridad. Se llegó a especular que la causa de la aparición de los muertos vivientes en el Anfiteatro se debía tal vez a que la vida se aferraba a surgir ante tanta concentración de muerte; como si además de vida fuese conciencia y esperanza.<br />Pero la curiosidad se volvió miedo cuando los cadáveres de la Escuela de Medicina atacaron a los guardias del Instituto que, desarmados, trataron en vano de contenerlos dentro de los muros de la escuela. Los zombis los tomaron por la cabeza, les rompieron el cuello y arrancaron de una mordida la porción de garganta por donde pasaba la yugular. Luego, bebieron su sangre. Al salir del plantel en busca de más víctimas, chocaron contra las rejas del portón, cuyos barrotes se doblaron por la dureza de los cuerpos que se estrellaban en ellos. Las bisagras de los postes no tardaron en ceder.<br />Los guardias de seguridad que recién habían muerto se levantaron a los pocos minutos para buscar sus propias víctimas; aquellas cuya sangre serviría para recuperar la que perdieron en el festín de los primeros zombis.<br />Minutos después, y como si una invisible onda de choque los hubiese reanimado, se levantaron también los muertos de las funerarias, en un hecho que algunos inocentes creyeron se<br />trataba de un milagro.<br /><br /> ***<br /><br />El subteniente de caballería Alejo Mireles patrullaba las calles a bordo de un <em>humvee</em> en compañía de un sargento y ocho soldados de línea repartidos en dos vehículos. Cansado, sufría junto a su unidad las agotadoras jornadas, tratando de multiplicarse ya para combatir al crimen organizado o bien, a la nueva emergencia “sobrenatural”.<br />Se había dejado crecer el bigote. No deseaba que la tropa siguiera burlándose de su novatez y de la cara de niño que aun conservaba a sus 20 años. “Ése mi <em>Kleen Bebé</em>”, solía gritarle un anónimo entre las filas, con voz tipluda. Alejo no decía nada, esperaba a que pasara la revista, y mientras el resto del regimiento rompía filas, él ordenaba a su pelotón permanecer en la explanada.<br />—A ver, cabroncitos, ¿quién fue el culero que estaba hablando en formación?<br />Se paseaba entre las filas y miraba a los ojos a sus soldados, en espera de percibir algún gesto o sonrisa delatora. Frustrado, amenazaba con arrestarlos e incluso procesarlos por insubordinación, pero no obtenía respuesta.<br />—<em>Kleen bebé</em> —volvían a chillar cuando Alejo daba la espalda.<br />—Síganle... síganle a su pinche desmadre, cabrones —advertía.<br />—Chingas a tu madre, <em>Kleen bebé</em>...<br />A eso tenía que agregar la rebeldía de los sargentos, reacios en un principio a obedecer órdenes de un muchachito recién salido del Colegio Militar “que se creía muy chingón pero que no era capaz de imponer su mando a la tropa”.<br />Hacía apenas dos semanas de su llegada a la plaza. Aún no lograba superar los problemas de indisciplina en el personal bajo su mando cuando ya le había tocado una escaramuza contra un grupo de sicarios. Como oficial, no tenía entonces obligación de exponerse en la plataforma giratoria del <em>humvee</em> para accionar la ametralladora calibre .50, pero fue decisión suya colocarse en dicha posición mientras su tropa corría atrás de él, cubierta por el vehículo. Al final, fueron sus soldados quienes sometieron a los sicarios y no hubo necesidad de accionar el arma.<br />Aún no sabía lo que era matar. Después de aquella escaramuza con delincuentes siguió patrullando sin novedad. Así que esta era su décima salida del cuartel desde que se graduó como oficial. No patrullaría zonas residenciales, sino las afueras de la ciudad, cerca de la salida a Chihuahua. Así mismo, recorrería brechas en busca de narcotraficantes, contrabandistas de armas o de autos robados y cualquier otro acto o hecho que indicara la comisión de un delito. Para ello tanto él como su tropa utilizarían el uniforme de selva, lo que les ayudaba a pasar desapercibidos en la noche. Y por si fuera poco, dejarían de usar el fusil HK G3 para estrenar en operación el FX-05, de patente mexicana.<br />Lo único que Alejo lamentaba, era que por orden del coronel viajarían con dos civiles a bordo del <em>humvee</em>, como simples observadores. No atinaba a imaginar los motivos que tuvo su comandante para autorizar la compañía de un visitador de la Comisión de Derechos Humanos y la de un representante empresarial.<br />“Estos güeyes nomás estorban”.<br />Entraron en una brecha. Se internaron varios kilómetros en campo abierto, hasta detenerse en un paraje despoblado. Apagaron las luces, pero dejaron los silenciosos motores en marcha por si tenían que moverse. La luna llena reinaba sobre el cenit. Entonces, algo los hizo mirar en derredor, hacia la oscuridad. Todos sacaron sus lámparas de mano.<br />—¿Qué es eso que se acerca dando pasos tan cortos? —preguntó Alejo.<br />A la distancia, donde apenas llegaban los haces de luz de las lámparas, se empezaban a dibujar una siluetas extrañas, rectas, que avanzaban hacia ellos.<br />—Parecen tanques de gas con patas... —respondió un soldado.<br />—Creo que son... —agregó el visitador de Derechos Humanos.<br />—Son... ¡ENCOBIJADOS! —gritó el empresario.<br />Alejó ordenó a sus hombres formar un perímetro alrededor de los vehículos y prepararse para disparar.<br />—Bien soldados... dejen que se acerquen. Recuerden: a éstos hay que atinarles en el mero esternón para que se detengan, pues de otro modo se seguirán moviendo. El fuego será a discreción, pero de todos modos cuiden sus municiones. Esperen mi orden.<br />Unos soldados se apoyaron sobre una rodilla. Otros, adoptaron la posición de tirador de pie. El sargento, desconfiado de su propia capacidad, se tendió sobre el suelo y apoyó su fusil sobre una piedra. Algunos colocaron el selector de fuego en “repetición” y otros en “ráfaga”.<br />—Subteniente —llamó el visitador de Derechos Humanos a Alejo, antes de entrar al vehículo por seguridad—, debo pedirle que no se exceda en el uso de la fuerza contra los zombis. Recuerde que alguna vez fueron seres humanos, y el que sean ahora muertos vivientes no los priva de sus derechos fundamentales.<br />“Ya van a empezar a chingar”, pensó Alejo.<br />—¿Le preocupa que los matemos? Si ya están muertos.<br />—De todos modos, Subteniente. Si van a caer, deben hacerlo de una manera digna, con el respeto que merecen los difuntos por su condición humana.<br />Alejó respiró hondo.<br />—Está bien, haré lo que pueda.<br />Cuando Alejo respondió, el sargento y algunos de sus soldados lo voltearon a ver, entre extrañados y contrariados.<br />—¡¿Y ustedes qué miran?! ¡Orale! ¡Listos! ¡Atención!<br />Conforme se acercaban los zombis, el sonido que emitían se fue haciendo más claro.<br /><em>¡Bleau bleau bleau!</em><br />Aunque lejanos, pero ya se alcanzaban a distinguir los semblantes demacrados de los zombis, acartonados; algunos con cinta adhesiva en ojos y boca —los que por obvias razones no emitían sonido alguno— y otros con una bolsa de plástico que les envolvía la cabeza. Casi todos tenían la marca de un tiro en la sien.<br /><em>¡Bleau bleau bleau!</em><br />Se hizo un silencio pesado. A pesar del viento del desierto y los cada vez más cercanos balbuceos, parecía que cada uno de los presentes podía escuchar la respiración del otro.<br />—Dejen que se acerquen.<br />—Subteniente —ahora fue el representante empresarial quien inició el diálogo con Alejo—, le voy a encargar que sus disparos sean lo más certeros posible.<br />—¿Cómo? —preguntó sorprendido Alejo.<br />—Tome en cuenta la eficiencia. Cada bala desperdiciada es un costo que se traduce en gastos para nosotros. De hecho, si ustedes tuvieran el entrenamiento adecuado, no necesitarían de tanto personal. Quiero decir, que con pocos pero buenos tiradores, pueden abatir al enemigo, que en este caso son los zombis. Ello implicaría un presupuesto menor para defensa, y por consiguiente, una menor carga tributaria para nosotros.<br />“Este güey salió peor”.<br />—Haré lo que pueda, señor.<br />—No subteniente... esa no es la mentalidad... si usted hiciera hasta lo imposible, entonces sí, haría muy bien lo que puede. Pero si desde ahora está diciendo que hará lo que pueda... pues entonces no hará nada. Trace objetivos, metas. Yo, como representante de la sociedad, espero que este “Operativo Conjunto Sobrenatural” empiece a generar resultados concretos, tangibles y, sobre todo, ve-ri-fi-ca-bles. Recuerde: hasta en esta contingencia debemos ser competitivos.<br />—Está bien, señor.<br />Alejo volvió a su posición para verificar la cercanía de los zombis. No acababa de acomodarse de pie junto al sargento cuando volvió a escuchar su sobrenombre.<br />—¡Mmm! Pinche Kleen Bebé.<br />Ahora no era una voz tipluda. Ahora sí pudo identificar a quien se burlaba de él en forma-ción. Se trataba del soldado Moreno. Pero el tono conque esa noche le había llamado Kleen Bebé distaba mucho de ser burlón. Sonaba más bien desencantado.<br /><em>¡Bleau bleau bleau!</em><br />—¡Pelotoooón! ¡Quiten segurooooo!<br />—¡Pelotón listo!<br />—A discreciooooón... ¡Fuego!<br />Tableteo de armas. Casquillos despedidos. Zumbidos de ovoides cortando el viento. Impactos en carne muerta. Algunos zombis caían. Otros eran atravezados por las balas, pero seguían caminando. El calibre 5.56 x 45 mm del FX-05 era veloz, suave, sin retroceso y tenía buena penetración; pero carecía de la potencia del 7.62 x 51 mm.<br />“Qué bonito se harían pedazos si les tirarámos con el G-3”<br />En eso, Alejo recordó la ametralladora M2E50 sobre el <em>humvee</em>. Volteó a verla: su silueta se recortaba sobre el tenue haz de luz de la luna. Lucía quieta, callada, como si esperara por él.<br />“Pues ultimadamente...”<br />Trepó entonces el subteniente a la plataforma giratoria. Tomó la ametralladora y comenzó a disparar. La cadencia de disparos era más lenta, pero su sonido más poderoso. Lo único comparable con su ruido eran las risotadas de Alejo cuando veía volar brazos, piernas, cabezas y masas de carne a cada impacto. No iba a negarlo: no siempre apuntaba al esternón.<br />El fogonazo de la ametralladora iluminaba la posición de los soldados como un estroboscopio. Tras algunos minutos pareció que ya no había nadie a quien disparar: todos los zombis encobijados habían caído. Alejo ordenó alto al fuego.<br />—Oiga, Subteniente —dijo el visitador de Derechos Humanos, cuando bajaba airadamente del humvee—, me parece reprobable que haya utilizado la ametralladora, así como la actitud que mostró al celebrar cada disparo que hacía blanco en los zombis. Tanta brutalidad es de esperarse en el crimen organizado, o incluso en los mismos inconscientes zombis, pero observar en una de las instituciones del Estado esta falta de respeto a la legalidad y al estado de derecho es totalmente i-na-cep-ta-ble. De seguir así, me veré obligado a interponer una denuncia formal contra usted y el Ejército por excederse en sus funciones, por hacer apología del delito...<br />—¡Hey! —interrumpió el representante empresarial desde adentro del <em>humvee</em>— No se le olvide denunciarlos por afectar la imagen de la ciudad...<br />—¡Ah, sí! Eso también... y por lo que le resulte —asintió el visitador de Derechos Humanos—; por lo pronto emitiré una recomendación.<br />Alejo no respondió. Se limitó a dar la orden de explorar el terreno en busca de algún<br />zombi “sobreviviente”. De haberlos, se les dispararía a quemarropa sobre el esternón.<br />Cuando los militares se reagruparon, por una de las portezuelas del humvee asomó el rostro sudoroso y despeinado del representante empresarial.<br />—¿Qué pasó? ¿Se acabaron los zombis? ¿Ya no hay peligro?<br />—No hombre, sálgale —respondió el sargento.<br />El empresario bajó entonces del vehículo, se alisó con la mano el cabello y sacó del bolsillo del pantalón un pañuelo para limpiarse el sudor.<br />—Subteniente, quisiera hablar con usted en privado —dijo, luego de guardar su pañuelo.<br />Alejo ordenó a su tropa permanecer alerta hasta su regreso. Caminó junto al empresario algunos metros, hasta que este último consideró que no pudieran ser escuchados por la tropa ni por el derechohumanista.<br />—Bien, subteniente. El asunto por el cual lo traje para acá...<br />“¿Me trajo?”<br />—... es para plantearle un problema que algunos de mis representados y yo padecemos desde hace tiempo. Resulta que algunos empleados ya no quieren los sindicatos que impulsamos los empresarios en nuestros negocios, dizque porque son “sindicatos charros”. A consecuencia de eso, han aparecido en nuestras organizaciones algunos “líderes” que además de acusarnos de hambreadores, andan alborotando a la gente con el cuento de formar un sindicato independiente. Casi creo que son rojillos del PRD.<br />—¿Y yo de qué modo puedo ayudarlo, señor?<br />El representante empresarial aumentó la cercanía con Alejo y disminuyó el volumen de su voz, temeroso de ser escuchado por algún oído indiscreto.<br />—Mire, la cosa es muy simple: las diversas cámaras empresariales levantaremos una lista de revoltosos y se la daremos para que usted y su tropa se encarguen de desaparecerlos al estilo de la mafia y así todo mundo crea que estos subversivos grilleros formaban parte del crimen organizado. A cambio de eso, las cámaras apoyaremos el “Operativo Conjunto Sobrenatural” y diremos ante los medios de comunicación que ustedes son como caídos del Cielo, que son lo mejor de lo mejor y que como ustedes no hay dos. Ahora que, en lo personal, también puedo ser generoso con usted.<br />—¿En qué forma?<br />—Mire, Subteniente: ahorita la crisis está muy dura, por tanto, es difícil juntar un fondo de nuestro bolsillo, pero podemos organizar una marcha... o no, mejor, organizaremos una campaña por la paz con numerosas fiestas, venta de antojitos y cerveza —más el <em>cover</em>, claro—; y por si fuera poco, podemos vender camisetas blancas y pulseritas con mensajes a favor de la paz y así nos quedaría una... ¡ejem!, pequeña ganancia. ¿Qué le parece si esa ganancia se la damos a usted?<br />Apenas iba a responder Alejo cuando un soldado se acercó a ellos al paso veloz. Reportó que por el oeste se habían escuchado unos ruidos que no eran balbuceos, sino más bien pisadas de alguien que corría. Al volver a su posición, alcanzaron a escuchar las pisadas, pero notaron que el ruido de ellas crecía y decrecía de una manera irregular, como si se acercaran para luego retirarse.<br />Según Alejo, no podían ser más zombis, pues el ruido que se escuchaba no eran los balbuceos extraños que emitían. Tampoco podían ser sicarios, pues de serlo, se moverían con sigilo o, en el peor de los casos, dispararían contra su posición.<br />Todos encendieron las lámparas de mano. Apuntaron la luz hacia aquellas direcciones donde se escuchaban las pisadas, pero por algun tiempo no lograron ver a nadie. Hasta que el soldado Moreno alcanzó a distinguir algo:<br />—¡Allá va! ¡Está corriendo!<br />—¿Pero qué es? —pregunto Alejo— ¿Zombi o sicario?<br />El soldado Moreno trató de seguir el objetivo con la luz de su lámpara, pero éste se alejó en la oscuridad.<br />—No lo sé... son varios que vienen, se regresan, dan vuelta...<br />—O sea que corren como gallinas descabezadas.<br />—Ah, pues con razón, mi Subteniente —intervino el sargento—: son los decapitados.<br />Al escuchar esto, el representante empresarial corrió a refugiarse al <em>humvee</em>, dentro del cual ya estaba el visitador de Derechos Humanos. “Vírgen Santa de mi vida”, exclamó mientras corría.<br />—Orale —dijo Alejo—, con razón éstos no le hacen “bleau bleau bleau”.<br />El oficial esperaba que la tropa riera de su chiste, pero todos los soldados permanecieron en silencio. Contrariado, dio entonces las instrucciones.<br />—Miren soldados: los que tengan arma corta, sáquenla, y los que no, dóblenle la culata al fusil, porque a éstos sí va a ser difícil atinarles en el esternón. Contra los decapitados tendremos que luchar cuerpo a cuerpo y tirarles desde muy cerca; y aunque ellos no les chuparían la sangre, sí les pueden romper el cuello si los agarran, así que de todos modos tengan cuidado. Pese a todo, tenemos una ventaja: ellos no nos ven.<br />Entonces dio Alejo la orden de cargar contra los zombis decapitados. La tropa emprendió la carrera hacia el enemigo dando alaridos.<br />—¡Oiga, espérese Subteniente! No nos deje aquí solos —chilló el empresario.<br />—Enciérrense en el vehículo y no les pasará nada... nomás que primero, déme las llaves,<br />no vaya a ser que se nos pele y nos deje aquí embarcados.<br />El empresario y el visitador de Derechos Humanos aceptaron de mala gana.<br />Comenzó entonces la cacería. Las balas de los fusiles atravezaban los cuerpos, pero no los derribaban. A veces, los soldados necesitaban dejarse atrapar por los zombis y así dispararles de cerca. Quienes usaban cuchillo, lo emplearon contra los decapitados.<br />A los pocos minutos acabaron con todos.<br />Cuando no hubo un solo zombi en pie, la tropa gritó jubilosa, sobre todo porque no habían sufrido bajas.<br />—Parece que ya terminamos aquí.<br />De regreso a la unidad, vieron al derechohumanista saltar apuradamente del <em>humvee</em>. Alejó creyó que iba a escuchar otra retahíla de acciones violatorias de los derechos humanos, pero contra lo que esperaba, el apuro del derechohumanista era otro: desahogar una necesidad atrás de un arbusto grande de gobernadora.<br />—Cuando vuelva, Subteniente, me va a escuchar.<br />Y tras desabrochar su pantalón, se colocó en cuclillas atrás del arbusto. No bien había dejado de escucharse su primera flatulencia, cuando se incorporó de un salto.<br />—¿Qué pasa? —gritó Alejo.<br />—No sé... algo me mordió en una nalga.<br />—Habrá sido un ratón de campo, o alguna víbora.<br />—No creo... se oye algo que se arrastra, pero en varias direcciones.<br />Alejo y su tropa se alistaron para ir a ver. El empresario volvió a quejarse porque los militares lo dejaron nuevamente arriba del vehículo.<br />—Como siempre, la Federación nos deja solos...<br />Al escucharlo, Alejo tomó su pistola reglamentaria y apuntó con ella al representante empresarial.<br />—¿Sabe qué, cabrón? Ya párele.<br />El empresario aspiró aire violentamente al escuchar las ofensas.<br />—Oiga Subteniente, no me hable así.<br />—Le hablaré como necesite hablarle. Aquí mando yo.<br />—De ninguna manera. Yo represento a la sociedad civil...<br />—¿Y a poco consultó a la población civil si quería que usted los representara?<br />—Pues no, pero en ese caso, represento entonces al poder económico...<br />—Y yo represento el poder de las balas. Así que baje de una vez, si no quiere que se lo demuestre.<br />El empresario comenzó a bajar lentamente del <em>humvee</em>, mientras suplicaba reiteradamente que no le hicieran daño. El soldado Moreno, que había atestiguado todo, se acercó a Alejo para informarle que lo que había mordido al derechohumanista era una de varias cabezas humanas que rodaban por los alrededores.<br />—Con que cabezas, ¿eh? Pues dígale al personal que las pisen, cuidando que no los muerdan. Cuando las tengan bien aseguradas, entonces las revientan de un culatazo.<br />—Entendido... SEÑOR.<br />Alejo no pudo notar que el soldado Moreno había cambiado el tono con que se dirigiría, de ahí en adelante, hacia él.<br />El empresario espetó.<br />—Oiga, ¿cómo que aplastarlas de un culatazo? ¿Qué va a decir la opinión pública y la prensa internacional? Ese tipo de soluciones DENIGRAN la imagen de la ciudad...<br />—¿Qué espera que no se baja, hijo de su chingada madre?<br />El empresario terminó de descender de la unidad. Cambió el tono de voz cuando se vio nuevamente apuntado por el arma de Alejo.<br />—Oiga, Subteniente. ¿Y qué pasó con nuestro acuerdo?<br />—¿Cuál acuerdo? Yo no hice ningún acuerdo con usted.<br />—¡Cómo no! El de la campaña por la paz y todo eso...<br />—¿Acaso le dí una respuesta?<br />—Bueno... no.<br />—Ahí está. Entonces usted y yo no hemos acordado ni madres. Y ni crea que me voy a prestar para esas chingaderas.<br />No tardó en llegar también el visitador de Derechos Humanos. Trató de convencer a Alejo para que dejara en paz al empresario; con argumentos, con amenazas de quejas y recomendaciones, y al último con súplicas; pero Alejo estaba resuelto a deshacerse del representante empresarial.<br />—¿Y sabe qué? Usted le va a hacer compañía.<br />El derechohumanista tragó saliva. Más aún cuando se escuchó nuevamente el balbuceo de los zombis.<br />—¿Y ahora por dónde vienen?<br />El empresario colaboró, suplicante.<br />—Subteniente... yo soy constructor, y conozco más o menos la zona... le voy a decir, pero por favor no nos haga nada...<br />—Está bien. No les haré nada.<br />El representante empresarial respiró aliviado.<br />—Bien. Esos balbuceos se oyen allá por Villas de Alcalá.<br />—¿Otra vez por Villas de Alcalá? Pues cómo salen zombis por ese rumbo.<br />—Hasta parece que brotan de la tierra —agregó el sargento.<br />Poco a poco, los nuevos zombis se volvieron más visibles. Ahora formaban un grupo heterogéneo: encobijados, decapitados, esposados... uno de ellos aún portaba uniforme de policía.<br />—¡Atención!<br />La tropa adoptó la posición de firmes.<br />—¡Vámonos!<br />Los civiles trataron de subir a las unidades pero les fue impedido por la tropa.<br />—Oiga, ¿y nosotros qué? —preguntó el derechohumanista.<br />—Usted dijo que no nos iba a hacer nada —agregó el empresario.<br />—Y no les estoy haciendo nada —respondió Alejo—. No los estoy balaceando, ni golpeando, ni matando. Es más: ni siquiera me los estoy llevando. Así que no les estoy haciendo nada. Y aquí se quedan.<br />El visitador de Derechos Humanos, casi en llanto, buscaba desesperadamente convencer a los militares para que los llevasen con ellos; mientras el empresario comenzaba a protestar.<br />—Esto no se le hace impunemente a la Iniciativa Privada.<br />—Pues órale —respondió Alejo—, use su dinero para parar a los zombis. A ver si puede.<br />—Al menos deje un arma para defendernos.<br />Alejo no respondió más. Dio la orden de ponerse en marcha. Los vehículos se alejaron, lentamente, para evitar dar tumbos por lo accidentado de la zona.<br />—¡Oigaaaaan! —les gritó el soldado Moreno, desde uno de los vehículos que se alejaban— ¡¿Quieren defenderseeeee?!<br />El empresario respondió, esperanzado.<br />—¡Siiiiiií!<br />—¡Pues busquen una “ucaaaaaa”!<br />—¡¿Y qué es esooooo?!<br />Moreno sonrió antes de contestar:<br />—¡La verga con pelucaaaaaaa!<br />Sin poder contenerse, el representante empresarial comenzó a gritar improperios contra los militares: que si los soldados eran unos corrientes, que si muertos de hambre, que qué se podía esperar de ellos cuando no eran gente fina como él y que nunca lo serían... todo esto mientras les rayaba la madre al tiempo que arrojaba piedras contra los vehículos. Su coraje le impidió<br />escuchar el llanto del derechohumanista y peor aún, el balbuceo de los zombis a un metro de distancia, listos para caer sobre él.<br /><br />*<br /><br />Adentro del humvee, Alejo recibía gestos y palabras de aprobación de su tropa. Incluso del sargento. Desde ese momento, el Subteniente tuvo la certeza de que nunca más lo llamarían <em>Kleen Bebé</em>.<br />O al menos, no escucharía cuando le llamaran así.<br /><br />Ciudad Juárez, Chihuahua, 7 de abril del 2009<br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /> </div>Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-58487973739599979622009-01-22T10:11:00.000-08:002009-01-22T10:26:45.635-08:00El Comando Ciudadano por Juárez… ¿será?<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjh0Xv1-psX_P6o_39YvKwY3iLtPZrsujFsSsXZcWKg2KHMIJQ2PtWy8oZXwF3D4IhfZ2Bur6zWipueiieckakBnuREslSaocMriM8eUnIru-oTT8u8GKLCnQ8_cW9Rgjam8OKWAJ3ebNnJ/s1600-h/Explorar0008.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5294185627310499666" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 214px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjh0Xv1-psX_P6o_39YvKwY3iLtPZrsujFsSsXZcWKg2KHMIJQ2PtWy8oZXwF3D4IhfZ2Bur6zWipueiieckakBnuREslSaocMriM8eUnIru-oTT8u8GKLCnQ8_cW9Rgjam8OKWAJ3ebNnJ/s320/Explorar0008.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify">Primero fue un correo electrónico a los medios de comunicación. Hace dos días, fue la publicación de su manifiesto, también por el mismo medio. Y en febrero prometen su página web.<br />No sé si esto del CCJ sea una broma de mal gusto llevada hasta niveles más allá de una simple alerta falsa con el fin de causar sicósis en la población, o si se trata de una maniobra de algún grupo criminal para emular lo hecho por La Familia Michoacana usando la máscara del hartazgo ciudadano y la promesa de una “verdadera” procuración de justicia. En caso de ser esto último, me atrevo a afirmar que debido a su pretendida preocupación por Ciudad Juárez, se trata de La Línea (a quienes yo llamo La Línea del Trasero)<br />¿Por qué “Línea del Trasero”? Porque a mi modo de ver, cada uno de los policholos y mulones que integran este grupo, es más culo que carne, jajaja.<br />No es que yo esté a favor de un grupo o de otro (Chaperro, ya te traen). Incluso se puede especular que podría ser el cártel del Chaperro quien busca sembrar confusión entre la sociedad... con eso de que tanto unos como otros quieren ser vistos como héroes o, peor tantito, canonizados como santos: “a la comunidad juarense, no se dejen engañar (...) nosotros no extorsionamos ni afectamos la economía de la ciudad (...) también somos padres de familia...”<br />JAJAJAJAJAJA<br />Habrá que ver qué sucede cuando el CCJ irrumpa en la red. Sólo así conoceremos el grado de seriedad que tiene. Por lo pronto, basado en lo visto hasta ahora, se trata de algo que me hace recordar un diálogo de la última película de Batman: “gente que sólo quiere ver todo incendiado”.<br />Bueno, también se dijo que eran una broma aquellas listas de policías ejecutables... y ya ven.<br /><br />P. D. Me gustan las armas, aunque, contra lo que pudiera parecer, no tengo vocación por la violencia y, mucho menos, poder de fuego. Me interesa saber cómo opera el armamento, los diferentes tipos que existen y las mejoras técnicas que se incorporan a él. Cada 31 de diciembre espero con ansias el año nuevo para escuchar la balacera, pese a los operativos de vigilancia (¡mah!).<br />Hace tiempo, a la vuelta de la casa de mi hermano ejecutaron a dos personas. Era noche. El ruido lo despertó. Me cuenta que, aún cuando a él también le gusta escuchar las detonaciones, no es igual escuchar disparos por diversión que escucharlos cuando sabes que están matando a alguien.</div>Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-87676027777831518172008-12-11T17:08:00.000-08:002008-12-11T17:13:50.379-08:00¡Hasta que nos dieron un respiro!<strong><em>Se rompe racha de muerte; no hubo ejecutados ayer</em></strong><br /><em>11 Diciembre 2008</em><br /><em>El Diario</em><br /><em>Como no sucedía desde hace varios meses, ayer no se registró ninguna muerte violenta aquí.De hecho, las 24 horas sin ningún deceso violento se cumplieron aproximadamente a las 6:30 de la tarde de ayer, pues a esa hora del martes fue localizado el cadáver de un hombre de entre 50 y 55 años en el fraccionamiento Hacienda de las Torres.El hallazgo fue realizado en las calles Percherón y Margarito Herrera, en la parte posterior de una maquiladora.Al cierre de esta edición, el reporte de las diversas corporaciones policiacas de la ciudad era de saldo blanco.Acostumbrados a no menos de cinco asesinatos casi a diario –en ocasiones más– los trabajadores de los medios de comunicación no podían creer lo que sucedía.</em><br /><br />Bien, parece que la lluvia, el aguanive, la nieve, el granizo y los fuertes vientos de antier nos permitieron descansar de tanta muerte violenta. Es paradójico que el frío haya evitado que algunos amaneciesen fríos. Como paradójico es también que el mal clima de antier haya tenido un sabor a claro de sol enmedio de la tormenta.<br />Ojalá que al igual que los rusos, nosotros también tuviésemos un "General Invierno".<br />SaludosJuan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-44352776096245126482008-11-29T10:51:00.000-08:002008-11-29T11:10:56.381-08:00Juaritos (Artículo publicado en Blanco Móvil)<div align="justify"><strong>Juaritos. ¿Cómo es?<br /></strong>Definitivamente, no es como Londres, Nueva York, Roma, París, Tokio, Madrid o la Ciudad de México. No es tan grande, ni tan cosmopolita. Tampoco es una ciudad tan pequeña como El Vaticano, Mónaco o Luxemburgo. Su fama es menor a la de Chicago y a la de Río de Janeiro; y sus páramos circundantes poco tienen de idílico cuando se les compara con las anegadas vías de Venecia.<br />Pero a cambio de todo eso, Ciudad Juárez tiene una ubicación estratégica respecto a Estados Unidos, envidiada tanto por Sudamérica como por China. Sin ser el cruce fronterizo más transitado del mundo, pues este título corresponde a Tijuana-San Diego, se vislumbra que pronto Ciudad Juárez-El Paso será la frontera más poblada —según estimaciones de la Universidad de Texas en El Paso, UTEP. Y en cuanto a su ambiente, es bueno agregar que si bien no es la agustínica Ciudad de Dios, tampoco es una población pecadora como las míticas Sodoma y Gomorra; aunque algunos identifiquen al coloso americano con la Gran Babilonia, y aseguren el ejercicio de su influencia negativa en esa ciudad.<br />Ciudad Juárez, a diferencia de Houston, Texas, aun no ha podido trascender más allá del héroe político en cuyo honor fue bautizada. Mientras a la ciudad texana se le conoce como un importante centro espacial y petrolero a nivel mundial, la ciudad fronteriza sólo es conocida como la población que dio cobijo al prócer liberal; percibiéndosele además, a partir de Chihuahua y hasta el centro de la República Mexicana, como una ciudad de perdición y vicio más identificada con los gringos y sus costumbres que con los mexicanos y sus tradiciones. Y si bien es cierto que la cercanía con Estados Unidos influye un poco en el lenguaje, en la fijación de precios en dólares para autos usados y en un mayor arraigo del <em>Halloween</em> frente al Día de Muertos, la ciudad cuenta con su propia identidad, distinta incluso a la de cualquier otro puerto fronterizo; ya sea Tijuana, Matamoros, Agua Prieta o Piedras Negras.<br />Ahora, si Juárez tiene una identidad propia, ¿cuál es entonces su distintivo? ¿Qué la hace diferente a otras ciudades?<br />Se podría decir que las maquiladoras, pero esa industria ya no es exclusiva de la ciudad, ni siquiera de la frontera. En cuanto a sus salones de baile y sus cantinas, pese a existir en grande cantidad, han perdido su atractivo turístico, con excepción de aquellos ubicados en la Avenida Juárez o en la zona dorada del PRONAF. Y respecto a su calidad de “La Mejor Frontera de México”, ésta se pone en duda ante el hecho de que, mientras otras ciudades y capitales del mundo celebraron con grandes fiestas populares el arribo del nuevo milenio, en Ciudad Juárez su festejo se limitó a los habituales centros sociales, como cualquier otra celebración de fin de año.<br />¿Los casos de las mujeres asesinadas? Ninguna ciudad desearía un distintivo como ese, mucho menos cuando la realidad nos dice que se trata de un estigma sobredimensionado.</div><div align="justify"><br /><strong>¿Entonces qué?</strong><br />No obstante lo anterior, existe algo que sí podría identificar a Ciudad Juárez, además de la hospitalidad de su gente y su casi permanente oferta de empleo. Algo cuyo nacimiento ha generado una controversia con la ciudad de Los Ángeles, debido a que tanto angelinos como juarenses se adjudican su origen: los pachucos; moda aparecida a principios de la década de los cuarenta, y de la que el actor Germán Valdez, “Tin Tan”, ha sido su figura más representativa.<br />Con su sombrero tipo italiano, sus pantalones bombachos, sus sacos amplios con grandes solapas, y un bigote que en esa época se conocía popularmente como "cola de ratón"; Tin Tan mostró al resto del país una imagen dignificada del pachuco. Una imagen alegre, dicharachera, feliz, que solía desgastar sus zapatos bicolores al ritmo del swing y del mambo. De su boca, prominente crisol sujeto a todo tipo de chistes, salían palabras tanto en inglés como en castellano, en una singular aleación de idiomas: el <em>spanglish</em>.<br />Nos dice Carlos Monsiváis: “(…) Así, lo que en Estados Unidos fue desafío, en México se le catalogó como mímica grotesca o pintoresca, y mientras en Norteamérica las razzias, la represión laboral y el linchamiento aplastaban la ilusión de ser distintos, en México el pachuco se incorporó a la mitología del dancing.”<br />Muchos estudiosos serios, como el citado o el poeta Octavio Paz, han enfrentado involuntariamente sus conclusiones sobre el nacimiento de los pachucos en Los Ángeles a la tradición oral que ubica su origen en Ciudad Juárez. El primero basa sus comentarios en las investigaciones de otros, y el segundo, en su propia experiencia personal durante el tiempo que vivió en Estados Unidos. Sin embargo, sin restar mérito a su trabajo, me pregunto si tanto el ganador del Premio Juan Rulfo, como el fallecido Premio Nóbel, estuvieron en Ciudad Juárez durante la época en que escribieron sus textos.<br />Y es que la línea entre la tradición oral de la frontera y las investigaciones que se han hecho sobre el fenómeno es muy difusa, debido a las semejanzas entre Los Ángeles y Ciudad Juárez. Las dos son un polo de atracción de migrantes, y en ambas, sus habitantes dicen ser nativos de ellas cuando en realidad llegaron procedentes de otros lugares. Y si tomamos en cuenta el hecho de que gran parte de los juarenses nativos, hijos de juarenses también nativos, se han mudado precisamente a California, junto a la implementación en Estados Unidos del Programa Bracero durante la Segunda Guerra Mundial, podemos deducir que la idea del surgimiento de los pachucos en Ciudad Juárez no es muy equivocada del todo.<br />De ser verdadera esta premisa, ¿no pudo ser entonces Ciudad Juárez la cuna de los pachucos, como mucha gente lo dice? Las condiciones para el surgimiento de una subcultura como esa se han dado desde tiempos de la Colonia y la Independencia, en una zona septentrional cuya escasa y dispersa población se ha sentido desde entonces desairada por el centro del país y menospreciada por la conservadora capital de Chihuahua; y en la que el movimiento insurgente no logró encender con el mismo ímpetu por estar sus pobladores más ocupados librando su propia guerra contra los apaches.<br />Esta sensación de desamparo se acrecentó tras la guerra entre México y Estados Unidos, y con el trazo de la nueva línea divisoria entre ambos países. Fueron muchos los mexicanos que de un día para otro se encontraron poblando otro país, con una lengua oficial que ya no era la suya, en una tierra que rechazaba sus plantas y desenterraba sus raíces. Todos ellos tuvieron la opción de quedarse en su ahora nueva tierra o bien, cruzar el Río Bravo hacia el sur y seguir con su nacionalidad mexicana.<br />Muchos cruzaron a México.<br />A partir de entonces, de forma paulatina comenzó la desestima de los norteamericanos conquistadores hacia los mexicanos conquistados, de los vencedores hacia los vencidos; de aquellos que pudieron tomar el país desde el Bravo hasta el Suchiate, y no lo hicieron por motivos raciales. La frontera se convirtió en el crónico choque de dos culturas: una protestante y capitalista; la otra católica y feudal.<br />Insisto: ¿no pudo ser la frontera norte de México, específicamente Ciudad Juárez, el origen de una subcultura que adoptó el dandismo deformado como una forma de rebelarse ante el abandono y olvido del centro político de su país, y a la vez, una forma de reafirmar su mexicaneidad ante el rechazo de su vecino norteamericano, poseedor de la prosperidad que tanto desea y poco disfruta?<br />Yo pienso que sí.</div><div align="justify"><br /><strong>Y ahora, un jale que SI viene de las Califas<br /></strong>Aunque también le enseña a los vatos del centro y sur del país su finta de mexicano fronterizo, y reafirma ante los gabachos su procedencia mexicana, el cholo dista mucho de parecerse a aquel pachuco de los años cuarenta. Ya no usa el bigote cola de ratón, a veces no trae, y cuando no usa bigote normal, se deja la barba de candado. Su ropa ya no es el tacuche <em>zoot suit</em>, y dejó de usar a todos tiros el sombrero tipo italiano con ala ancha para usarlo nomás en ocasiones acá, de <em>party</em>. En vez de eso, en la chompa, casi al ras de las cejas, usa un paliacate que apenas le da quebrada de <em>washar</em>.<br />Dejó de vestirse acá, como dandy, para vestirse mejor con ropa para el jalisco. Sus tramos seguían siendo amplios, pero esto era más por la talla <em>extralarge</em> que por lo tumbado del corte. Sus favoritos eran los Dickie’s, marca de tramos y lisas diseñados para el jale industrial con cierto aire medio formalón. Y en cuanto a sus calcos, a pesar de ya no utilizar las tablitas bicolores, seguía usando las de charol para las fiestas, las bombitas con casquillo de acero para las broncas, y los tenis de lona para pelarse cuando la chota lo quisiera apañar.<br />El cholo ya no bailaba swing, tampoco mambo. Ahora su música eran las <em>oldie</em>s, las <em>Oldies but goodies</em>, con rolas de Chubby Checker, Paul Anka, The Ronette’s, Fat’s Domino, y en fin, casi toda la música de los años cincuenta; regodeándose con la nostalgia de una época que no le tocó vivir.<br />Siempre que el pachuco se daba un tiro con alguien, según la Wikipedia, usaba mucho una especie de código de ética, en el que no le era permitido a nadie meterse en la bronca, dejando solos a los peleoneros para que se agarraran uno contra uno. Eso, si lo juntamos con lo que han dicho dos tres estudiosos, es lo que hace diferente al pachuco del cholo: el pachuco sobresalía en su barrio por sí mismo y para sí mismo, para ser el primero entre los tirilones; en cambio el cholo, como que pierde más su personalidad, como que se olvida de ser un único cholo para ser en cambio parte del barrio donde cantonea. Y eso se mira también en las trifulcas: ya no son de uno contra uno, ahora son verdaderas campales.<br />Cuando apenas comenzaban los ochentas, se usaba mucho que los cholos de un barrio pintaran placazos en las bardas con el nombre del barrio en donde cantoneaban. Así, los más conocidillos eran el <em>Town 13</em>, el <em>Puente Negro</em> (por donde cruza el tren de carga que va para El Chuco), el <em>Calaveras 13</em>, los <em>Winos</em>, los <em>Uruwinos</em> (de la calle Uruguay), los <em>Ortizes,</em> los <em>Gatos</em>, el <em>Chaveña</em> y el <em>Florencia</em>. Así, casi todas las bardas, paredes, asientos de las ruteras y hasta su propio cuerpo estaban marcados con i-nin-te-li-gi-bles… simón, ininteligibles letras góticas que nomás el cholo podía descifrar.<br />Aunque no todo eran simples rayones en las paredes: muy seguido, cuando uno daba el rol por áhi, se miraban placazos bien de aquellas, con dibujos chidas de <em>hommies</em> y sus morras, ranflitas <em>low rider</em>, como las que traían los cholos de Los Ángeles; sin faltar en el cuadro la Jefecita de Guadalupe que siempre los cuidaba.<br />No sé si en los cuarenta existirían las pachucas. Pero en todos los setentas, y hasta cuando el cholismo empezó a irse pa’bajo, por áhi a principios de los noventas, el cholo estuvo acompañado por su morra, la chola. Su jaina, que se pintaba las uñas de negro, usaba rimel a la egipcia, y se hacia partidura enmedio de su alto cabello que se dejaba crecer en capas.<br />Cuando pasaba un loco perdido por algún barrio, si lo encontraba la clica pa’pronto le preguntaba: ¿qué barrio?; y si no sabía o contestaba otro, o si se quería pasar de lanza y contestaba “el mismo”, entonces le caían a putazos y lo chinchaban hasta dejarlo todo madreado. No había barrio que no tuviera una banda, una pandilla, y que no se diera sus agarrones a trompos o rocazos contra los cholos de otro barrio; quedando entrados para la próxima que se encontraran.<br />Cuando el PAN ganó las elecciones por primera vez, se hizo un intento por calmar a todas las pandillas de Juaritos. El candidato que había ganado la presidencia municipal fue popular entre los cholos más por su apellido que por su persona: Francisco Barrio. Pero lo que estaba más chida, fue que trató de unir a todas las pandillas para que dejaran de pelear entre sí, y organizó los “Barrios Unidos con Barrio”. Pero eso más bien sirvió para que si a alguno lo agarraba la chota, nomás mostrara su credencial y lo dejaran ir.<br />Durante buen rato, los agarrones que se daban eran a pedradas y trancazos. Los más malandrones, los que se dedicaban a tumbar a la gente, al rato ya traían filero o puntas. Fueron muchos los que cayeron al tambo por dedicarse al delito, o por llegar a matar a alguien en los pleitos de pandilla. Y fue esta conducta, la de unos cuantos, la que hizo que la chota persiguiera y levantara, o por lo menos vieran feo, al resto de los cholos. Muy seguido andaban las rieladas de <em>campers</em> en las colonias, levantando a la gente. Bastaba con que alguien anduviera vestido de <em>hommie</em> para que la poli pensara que era malilla, y cargara al tambo con él. No se ponían a pensar que la gran mayoría eran raza que solo se vestían como cholos, que le ponían al jale en la maquila o donde fuera y que eran bien camellos; pues al cholo no le atraían los jales de oficina o los de guardia o aquellos en que se tenga que estar sentado. No, al cholo le gustaba camellar en la chinga. Pero esto no lo veían los tiras. Para ellos, todos podían ser malandros.<br />Y en parte, tenían algo de razón. Cuando menos pensamos, varios narcos les cayeron a las pandillas, convenciéndolos de <em>pushar</em> a cambio de una buena feria. Fue así como empezaron las tienditas. Y como muchos malandros ya habían caído al bote un resto de veces, pues se les hizo fácil entrarle al crimen organizado, al cabo ¿qué podían perder? De otro modo nunca saldrían de lo mismo: jales mal pagados en la maquila, la obra, o el robo. Siquiera <em>pushando</em>, les iba mejor.<br />Para entonces, los cholos, ya no se agarraban a pedradones con otros barrios. Ahora lo hacían a cuetazos. Mientras más se fueron adentrando en el narco, más peligrosos se hicieron. Las rieladas de la poli ya eran muy raras, e incluso algunas pandillas, como los Ortizes y Los Gatos, se atrevían a retarla.<br />A cada rato salían en el pápiro las noticias de muertos en pleitos de pandillas. En la tele, hasta salían reportajes especiales sobre bandas que andaban vendiendo loquera a la brava en las calles, a pleno día; y otros que incluso enseñaban sus fuscas: desde pistolas hechizas con antenas de televisión, hasta cuernos de chivo de los de a de veras. Todo para enseñarle al mundo que el cholo puede ser malandro, puede ser vicioso o delincuente; pero nunca deja de ser machín.<br />O al menos, yo no he washado un cholo que haya salido del clóset…</div><div align="justify"><br /><strong>El barrio como generador de regalías</strong><br />A principios de los noventa, el cholismo se fue apagando. Aunque la neta, creo que más bien cambió a otra cosa. Primero fue el rap, luego el hip hop, y luego una mezcla de esta música con la grupera y la banda, lo que llamó la atención de los chavos de la época. El barrio, que había sido patria y familia, se volvió algo así como un instrumento del <em>show business</em> para vender discos. Los morrillos ya no buscaban apantallar a los mexicanos, y ya no se rebelaban contra los gringos. Simplemente, nomás querían imitar a grupos musicales como Kumbia King’s y Chicos de Barrio.<br />Tiro rollo acerca de los chavos de la época de los noventa por una cuestión: muchos de los originales cholos, ya no se veían morrillos; al contrario, varios de ellos ya estaban rucones. La raza que tanto miedo les tuvo, ahora se burlaba diciéndoles “cholos jubilados”. Pero aun cuando muchos de ellos sentaran cabeza y por cuestiones de hallar jale se vistieran de cheros o normalones, era fácil saber quiénes habían sido cholos antes; pues se vistieran como se vistieran, el estilito se les quedaba. Y se les quedaba para siempre, como los placazos dibujados en su piel, y que ya no se borran.<br />Ciudad Juárez, Chihuahua, 14 de septiembre del 2006<br /> </div>Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-29608818554769632232008-07-19T10:03:00.000-07:002008-07-19T10:04:22.896-07:00Como centuriones<div align="justify">En la antigua Roma, el emperador, o César, solía ser víctima de conspiraciones en su contra; sin importar que su régimen fuera progresista o tirano. Su guardia, centuriones y soldados, más que cumplir con su deber, se vendían al mejor postor: si un gobernante les convenía, lo apoyaban, pero si era contrario a sus intereses, conspiraban para asesinarlo y después ofrecer su servicio a aquél emperador que les diera más dinero o bien, les diera mayor poder.<br />Inmediatamente después de asesinar al César, y con el cadáver aun caliente a sus pies, ofrecían la corona de olivo a aquél que les pagara más dinero, sin importar quien fuera.<br />Pues bien, las demandas de mejores condiciones de seguridad por las que varios agentes de tránsito se manifestaron ayer en una protesta con tintes de rebelión, cabe decirlo, son muy justas: armamento, equipo de protección, mejores unidades, etc. Sin embargo, sabemos que entre los motivos que llevan a alguien a hacer las cosas siempre hay uno más poderoso que los demás: aquél que no se dice.<br />Así, el lamentable atentado contra dos elementos de vialidad es el pretexto que la secretamente conocida red de corrupción al interior de esa corporación estaba esperando para desestabilizar el nuevo orden. Se comenta en los medios que muy posiblemente el malestar ya venía de tiempo atrás, ante el endurecimiento de la disciplina que trajo consigo una menor tolerancia a los actos de corrupción.<br />Claro que a los malos elementos de tránsito —porque tampoco hay que generalizar— lo anterior no conviene a sus intereses. Sólo que no sería políticamente correcto pronunciarse contra Gonzalo Díaz Rojero, director de Tránsito, en demanda de su “derecho a morder”. Sería incluso ridículo. Por tanto, la agresión contra los dos agentes es la coyuntura ideal para legitimar el verdadero motivo que tienen para buscar la destitución de su director: mantener el status quo, el estado de cosas.<br />¿Quién no recuerda a aquellos dos oficiales de tránsito asesinados tras seguir hasta su casa (sí, ¡hasta su casa!) a un par de mozalbetes para recibir un soborno? ¿Alguien protestó aquella vez? ¿Alguien pidió acaso la cabeza del entonces director de Tránsito?<br />Nadie.<br />En cambio ahora, creyendo erróneamente que una corporación como Tránsito es una democracia, los agentes se atribuyen facultades que no les corresponden, como destituir al director y, peor aun, designar (o entronizar) a su sucesor en la figura de quien funge como subdirector.<br />¿No es este obrar un símil de lo que hacían las legiones romanas?<br />Por fortuna, estos agentes viales no se gobiernan solos: acabo de leer en El Diario Digital que el presidente José Reyes Ferriz destituyó a Díaz Rojero y acaba de designar a Alfonso Mayorga Valenzuela como nuevo director de Tránsito.<br />Una destitución y un nombramiento hechos por quien debe hacerlos.<br /><br />P. D. Por cierto, si existiera un déficit de oficiales de vialidad, estaría muy bien que abrieran la convocatoria para ingresar a sus filas, pues ésta recibiría un sin fin de solicitudes de ingreso. Y es que, si es verdad que los agentes de tránsito reponen los motores y las llantas de sus unidades “con dinero de su propio bolsillo”, deben tener muy buen sueldo.<br />Un sueldazo con el que “quizá” no tienen necesidad de morder.<br /> </div>Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-83323207954912965622008-04-08T14:06:00.001-07:002008-04-08T14:11:25.756-07:00Recuerdo del Servicio MilitarAhora, con tantos soldados en las calles, no puedo dejar de recordar una de las porras que más me gustaron y que cantábamos a paso veloz:<br /><br />"Si soldado quieres ser,<br />debes debes de tener<br />mucha garra y mucha fibra<br />como el mismo Lucifer.<br /><br />(...) el soldado mexicano<br />tiene viejas de a montón."<br /><br />Saludos.Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-4102348447356641972008-04-03T10:46:00.000-07:002008-04-04T14:53:18.062-07:00Un trabajo difícil<div align="justify">Me encuentro en la oficina de ventas de la empresa comercializadora para la cual trabajo. Aquí permaneceré hasta las seis de la tarde, a menos que la “dictadura del cliente” disponga otra cosa.<br />El cliente es quien nos da de comer, y sus hábitos forzan a las empresas a hacer malabares para continuar en el mercado o reducir costos, llegando incluso al recorte de personal sin importar si este último tiene vida, familia, come, bebe, viste.<br />El cliente es un ser amorfo, heterogéneo e inmutable; y la principal característica de su inmutabilidad es su condición voluble.<br />El cliente es amable, y atenderlo causa en un servidor una grande satisfacción. Aunque a veces no lo es tanto, y causa indiferencia en quien lo atiende.<br />El cliente es quisquilloso, y exige un trato y servicio que muchas veces, él mismo no es capaz de dar a los demás.<br />Otras ocasiones, el cliente se porta intransigente y grosero, y uno tiene que aguantarlo, preguntándose por qué tanto miedo a perder el empleo, tras medir al cliente y saber que se le puede derribar con un solo golpe (y si no, hay muchas otras maneras de hacerle la malora).<br />El cliente ignora, y uno tiene que ayudarle a saber. Aunque otras veces, el cliente sabe demasiado, y uno debe entonces cuidarse de él, pues con esta falsa ignorancia pretende pasarse de listo haciéndose el tonto.<br />El cliente realmente ignora, y cuando uno trata de ayudarlo no escucha, o bien, tergiversa lo que se le dice, y se queda igual. Este cliente ya nació así. Lo que Natura no da, yo no lo presto. Y a diferencia del cliente nefasto, a este no se le puede hacer la malora, pues no existe actitud previa que la justifique.</div><div align="justify">Al cliente se le agradece su preferencia, pero cansa verlo todos los días.</div><div align="justify">El cliente NO tiene la razón... SE LA DAN aquellos empleados cuyo servilismo va en proporción directa a su nivel jerárquico, y en proporción inversa al respeto de mi dignidad.<br />Atender gente es un trabajo difícil. Ojalá estuviera mejor pagado.</div>Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-20761747836128355902008-03-29T09:00:00.000-07:002008-04-04T14:52:01.417-07:00Soy apolítico, pero...<div align="justify">Han empezado a llegar los elementos del ejército a Ciudad Juárez. Ya se veía venir todo esto, desde que trabajé en el Cash Bar, hace más de cuatro años, cuando vinieron por primera vez los elementos de la PFP. En ese entonces, uno de los agentes federales del cual ya me había hecho amigo, me contó que habían venido a la ciudad a investigar los homicidios de mujeres, así como también a la policía. Me contó también de una "camper" repleta de detenidos en el centro de la ciudad que en vez de dirigirse a la cercana Estación Delicias, se dirigió a la desembocadura del viaducto en el río Bravo; y de no haber sido interceptada por la Federal Preventiva, no sé sabe qué pudieron haberles hecho a los detenidos.<br />Este ejemplo de corrupción policiaca, aun cuando no sea completamente fidedigno (pues el que me lo haya contado un federal no tiene precisamente por qué ser cierto), es tan solo una pequeña piedrita de las muchas que nos han estado llenado el buche. Tanto los delitos documentados, como los no documentados (aquellos que me atrevería a decir que nos ha tocado padecer a todos, al menos una vez), la mayoría caracterizados por la impunidad, han ido creciendo en una escalada de violencia cada vez mayor. Por eso, aunque yo tampoco voté por Calderón, veo con agrado el empleo del ejército para salvaguardar nuestra seguridad.<br />Habrá quienes se quejen, quienes argumenten la inconstitucionalidad del patrullaje castrense en las calles, entre otros muchos argumentos que pueden esgrimir contra la medida. Pero opositores los habrá siempre; sobre todo en una sociedad tan polarizada políticamente como la nuestra.<br />Ante esas protestas, yo antepongo la sabiduría popular: "a grandes males, grandes remedios"<br />Y también, una reflexión de mi cosecha: "si en este país no se hacen las cosas a la brava, nunca se hacen".<br /><br />P. D. Olvidé decirles que, como quien no quiere la cosa, me gustaría que el ejército les diera una calentadita a todos los elementos de Tránsito; jejeje; pues estos "9mm-de oquis" hasta por el más nimio motivo me paran y me multan.<br /><br />Saludos</div>Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9206700054609525485.post-11685420470651932802007-08-31T20:54:00.000-07:002008-12-12T16:43:01.182-08:00Presentación del libro "Norpaisaje"<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgACiWw5uLrDexg5FPpvTSH-EdBHDCfhe9okpBnZPXFUQNzfp4fUnINbWNRSAgM1wC0dytJFSOMhWEkxD-MAb4lRzLSSTw7y0Nw4JghgOEtFZ6emZn17JzI8ePeseZtudRoQllYcbmHqEsx/s1600-h/DSC02472.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5181483216302353138" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgACiWw5uLrDexg5FPpvTSH-EdBHDCfhe9okpBnZPXFUQNzfp4fUnINbWNRSAgM1wC0dytJFSOMhWEkxD-MAb4lRzLSSTw7y0Nw4JghgOEtFZ6emZn17JzI8ePeseZtudRoQllYcbmHqEsx/s320/DSC02472.JPG" border="0" /></a><br /><div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjM-2a2w6CfuiJ4j8eKjDrZp02fBRY88-MHxrRzQFI8iAxFLwVtYDqWu3mqW6KoIqTXbBFVZLdyGhv7FqIfOKRDcM2LLCL0MNlU_GJoNwyqXN6qgdxxolUPM155zna0sBTHcNEvxMaTlR5K/s1600-h/DSC02474.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5181481760308439778" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjM-2a2w6CfuiJ4j8eKjDrZp02fBRY88-MHxrRzQFI8iAxFLwVtYDqWu3mqW6KoIqTXbBFVZLdyGhv7FqIfOKRDcM2LLCL0MNlU_GJoNwyqXN6qgdxxolUPM155zna0sBTHcNEvxMaTlR5K/s320/DSC02474.JPG" border="0" /></a><br /><br /><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">El viernes 10 de agosto se presentó con éxito el libro “Norpaisaje. Antología del Taller Literario del INBA en Ciudad Juárez”, en el cual participo junto a mis compañeros Roberto Espíndola, Jorge Arturo Juárez y Ali Belmonte.<br /><br />Aquí el breve discurso que leí antes de dar lectura a mis textos:<br /><br /><br />¿Qué es Literatura?<br /><br /><em>Cuando todo el mundo está en guerra,<br />un inventor de fantasías es, el Cielo lo sabe,<br />una despreciable criatura...<br /><br />Arthur Machen<br /></em><br />Utilizo este epígrafe para hacer una breve reflexión, antes de dar lectura a mis textos, sobre lo que significa para mí la Literatura. Si bien el mundo no se encuentra en una guerra generalizada, sí podemos decir que se encuentra en una fase de polarización creciente: izquierda, derecha, cristianos, musulmanes, conservadores, liberales, a favor, en contra, y un sin fin de clasificaciones cuyo único sentido es NOSOTROS y ELLOS: nosotros los buenos y ellos los malos.<br />Vívimos en una sociedad que segrega, que excluye, que rechaza lo que es diferente y a quien es diferente, no obstante que por algunos medios, con cierto fariseísmo, se nos tratan de inculcar valores morales como la tolerancia. Yo, por mi parte, aun con todos mis defectos, me inclino más por la aceptación, aunque este sea el camino más largo y más difícil.<br />No podemos tratar de negar la existencia de quienes son diferentes, menos aun cuando directa o indirectamente convivimos con ellos a pesar de estar muchas veces a kilómetros de distancia. Pienso que no debemos encerrarnos en la inmediatez, ponderando lo que ven nuestros ojos sobre aquello que, sin importar que no sea visto, también existe. Y tan existe, que incluso establecemos con ello una interacción o nos dejamos llevar por su influencia.<br />¿Quién, como católico, no ha probado las bondades de la comida árabe al menos una vez en la vida, o ha deleitado su imaginación con la voluptuosidad de las historias que narraba Scherezada? ¿Cuántos de nosotros, orgullosos de nuestra nacionalidad y nuestras raíces, adoptamos cualquier moda extranjera?<br />Estas contradicciones y paradojas se las debemos a la Cultura, donde a su vez tiene cabida el Arte: esa expresión del ser humano que se levanta como un bastión contra ese afán consciente o inconsciente de algunos individuos, de la sociedad, empresas, gobierno, qué sé yo; ese afán que pretende uniformar no solo actividades o procedimientos, lo cual está muy bien dentro de su semántica, pero que cuando pretende uniformar también el pensamiento humano, entonces sí puede ser considerado como algo peligroso. Para mí eso es el arte, eso es la Literatura; una de las variadas expresiones que revalidan nuestra condición de seres humanos, de hombres y mujeres libres.<br />Para mí la Literatura es la máxima condición a que puede aspirar el lenguaje. La palabra, es la primera y perpetua herramienta para determinar la existencia de todo lo que nos rodea, pues describe lo que vemos y lo que sentimos. La literatura, al emplear la palabra, toma de la arquitectura la grandiosidad y la refleja en el nivel de lenguaje, mientras que del teatro toma la creación de atmósferas y los diálogos; en tanto que de la pintura toma la descripción. Así mismo, de la música, la literatura toma el ritmo, los silencios y el tono. En conclusión, la Literatura exalta lo que la palabra describe. Y la palabra describe todo. Aquello que no sea nombrado por la palabra, simplemente no existe.<br />Muchas veces al arte no se le toma en serio, debido a que no es un bien productivo. Pero aun cuando su finalidad última sea el entretenimiento, me atrevo a decir que nunca como hoy el mundo necesita sensibilizarse. Y la Literatura puede cumplir esa función social,. Por eso difiero del epígrafe que leí al principio: un inventor de fantasías no es una despreciable criatura, sino más bien, una criatura que no ha sido lo suficientemente apreciada.</div></div>Juan Carlos Esquivel Sotohttp://www.blogger.com/profile/14868208694969859629noreply@blogger.com1